#52RetosLiterup (2022) - Semana 30: Esperanza

 

 


Había empezado a hacer frío, mucho frío. Tanto que, si quería, podía bajar de mi montaña y caminar entre los hombres.

 Los hombres… Los había estado observando por años, sin inmiscuirme en sus asuntos, esquivando a aquellos que osaban adentrarse en mis dominios. Pero ahora, ahora, sentía que había llegado el momento.

 Se habían destruido a sí mismos. Después de las guerras, las hambrunas y los cataclismos, los pocos que quedaban no eran más que un mísero rebaño abandonado. Necesitaban un nuevo pastor, necesitaban volver a creer en algo. Pero hacerlo de verdad, y para ello, necesitaban la prueba de mi existencia.

 Yo no era idiota y no pensaba que no pudieran hacerme daño, no eran insectos, pero, aunque lo hubieran sido, incluso los más pequeños, pueden llegar a ser venenosos y mortales.

 Aproveché que había dejado de nevar y el sol brillaba blanco en el firmamento. La nieve me llegaba a los tobillos, lo que quería decir que a ellos les llegaba casi hasta el cuello. Descendí plácidamente, sin esconderme, hacía sus cuevas astilladas de cristales rotos.

 Me dejé ver.

 Se asomaron a sus agujeros con recelo y antes de que alguno de ellos se atreviera a salir al exterior, se armaron con piedras y palos, como a la vieja usanza.

 Levanté mis manos, enormes, hacia el cielo, para que les quedara claro que no tenía ninguna intención de hacerles daño. Entonces, uno muy pequeño, una de sus crías, salió corriendo hacia mí y tiró del pelo de mis piernas.

 Soltó una carcajada, levantó la cabeza y me miró sin miedo. Tendí una mano hacia él, mientras los palos cambiaban de una posición defensiva a una de ataque. El niño me cogió de un dedo, abarcándome con todo lo que daba el ancho de sus brazos y yo lo alcé, lo que provocó que estallara en unas hilarantes carcajadas.

 Una mujer, su madre, se acercó veloz, pero se detuvo, intimidada. Y al ver la felicidad de su hijo, me regaló la mejor de sus sonrisas.

 —¿Qué es?— escuché que preguntaban al más viejo y sabio de los suyos.

 —Creo… creo… —Dudó— Que es el abominable hombre de las nieves.

 —¿Nos matará, nos comerá?— Se preguntaron entre ellos.

 Impertérrito, seguí balanceando al niño de un lado al otro.

 No las tenía todas conmigo. Pues era más que probable que al final, aquellos hombres perdidos, decidieran matarme y acabar conmigo. Así era su naturaleza, pero no me importaba mientras mi presencia, les devolviera la esperanza que habían perdido.


 *Escrito originalmente el 26 de Septiembre de 2022. 

Pues... Sigo fatal. No me da la vida. Bueno, pues mi Yeti es sabio y no tiene nada de abominable. Y me gusta que sea así. Para abominable, el hombre vulgar y corriente.  Vale.... acabo de darme cuanta el reto iba sobre bigfoot y no el yeti y que no, no son lo mismo. Pues... así se va a quedar. 

**Relato correspondiente a Literup 52 retos-de-escritura-para-2022.  Trigésima semana, Haz una historia acerca del día en el que bigfoot decide mostrarse y así confirmar su existencia. 

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