Nunca creí que esto podría pasar. Si hace unos años, cuando
era pequeño y crédulo, el genio de una lámpara mágica me hubiera confiado en
secreto el destino del mundo, me hubiera quedado con la boca abierta y acto
seguido hubiera empezado a dar palmas como una foca amaestrada.
Primero una puñetera pandemia, después otra guerra sin
sentido y por último un meteorito. Se acercaba el fin del mundo, de eso no me
cabía duda. Pero no, no llegó el fin del mundo, la cosa fue todavía peor.
Estaba yo tan tranquilo, tumbado en la hamaca del jardín
junto a los tomates, con la barriga al aire y una cerveza en la mano, cuando
escuché lo que creía era el ruido de un caza.
Sacudí la cabeza, molesto, y agarré la lata de cerveza con
las dos manos. No estaba dispuesto a desperdiciar ni una sola gota de ese oro
líquido cuyo preció estaba por las nubes.
El ruido cesó de golpe, tan rápido como había empezado, y en
el aire vi una cosa plana que bajaba hacia mi granja haciendo círculos. Me metí
corriendo en casa y cogí la escopeta nueva que había comprado cuando la palabra
guerra salía en todos los telediarios.
Me parapeté detrás de la hamaca y esperé para saber que
narices estaba pasando. La cosa plana aparcó justo en medio del campo de maíz.
Y lance una maldición al aire. ¡El cereal era demasiado valioso para que
aquella cosa me lo destrozara!
Indignado, cargué la escopeta.
La cosa plana se abrió y de su interior salió una criatura
diminuta, que cuando llegó a mi altura, creció como una seta a la que le echan
agua, a cámara rápida.
—¡Hola terrícola! —exclamó con una voz profunda.
—¡¿Qué cojones?! —Exclamé frotándome los ojos. No me había
fumado un porro, pero estaba claro que la cerveza contenía algo.
—Vengo de otra planeta, pero no vengo a conquistaros ni a
erradicaros —Explicó— has sido seleccionado por tus grandes dotes de jardinería
para unirte a nuestra reserva natural de especies protegidas.
Fruncí el ceño. No me gustaba como sonaba eso.
—Ya…
—Se te proporcionara un refugio, se te alimentara y se te
buscara una pareja o varias con las que poder reproducirte. También habrá más
de tus congéneres, para que podáis socializar, aunque no muchos, solo los
elegidos.
Miré a la criatura seta con los ojos entrecerrados.
—¿Unos pocos de los míos?
—Sí.
—¿Varias mujeres para mí solo?
—Sí
—¿Habrá tele y cerveza?
—De momento no, quizá con el tiempo, si conseguís volver a
prosperar de una forma civilizada…
Me eché la escopeta al hombro y le disparé. Al infierno con
aquella criatura y su proposición. Yo, al igual que Homer Simpson, sin tele y
sin cerveza, perdía la cabeza. Casi que el fin del mundo merecía la pena.
Pues... el otro día escuhé en la tele lo del meteorito y pensé ok, vamos a meter un extraterrestre. Mientras lo escribía me acordé del episodio de los Simpson donde sin tele y sin cerveza Homer pierde la cabeza y dije, vale, quiero un final salvaje jajaja
**Relato correspondiente a Literup 52 retos-de-escritura-para-2022. Decimoséptima semana, Empieza una historia con la frase "Nunca creí que esto podría pasar".
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