—¿Lo de siempre? —preguntó la
camarera.
Asintió con la cabeza, sin
hacerle mucho caso, y suspiró.
Dos mesas a su izquierda estaba sentada la
mujer más increíble y hermosa que había visto en toda su vida. Y ella ni
siquiera sabía de su existencia.
Pero claro, ¿cómo iba a saberlo?
Todas las mañanas se miraba en el espejo y se decía que era normal que siguiera
estando soltero. Era demasiado alto y enjuto. El pelo comenzaba a clarearle en las
sienes y se estaba quedando calvo. Era feo. Y tímido. No tenía carisma. Su
trabajo de funcionario en una oficina era simple y aburrido. Cómo él. No tenía
amigos. No era rico y tampoco uno de esos hombres que destacaban por su
inteligencia. En definitiva, que no tenía nada para poder cautivarla. Ni a
ella, ni a ni ninguna otra mujer, ni a nadie. Y no, no era justo. Y todo le
pasaba a él.
Volvió a suspirar, en el preciso
momento en que la camarera le traía su zumo y su tostada. Sin pulpa y con dos
pequeñas almendritas recubiertas de chocolate encima de la servilleta que
acompañaba el plato.
—Qué lo disfrutes —le dijo.
Se las comió lentamente,
meditabundo, sin leer el libro que siempre leía, lamentando su vida y todo lo
que le pasaba. En un rato tenía una cita con el banco. Le estaban cobrando unos
recibos equivocados…
Terminó, se puso en pie, y
entonces se produjo el milagro: Ella se levantó a su paso y chocaron.
Se disculpó torpemente, sin
atreverse a mirarla a los ojos, porque era un cobarde. Ella le quitó
importancia y le sonrió con una sonrisa blanca y perfecta.
Se marchó sin decir nada, con
prisa, porque llegaba tarde. Y al día siguiente se la encontró en la misma mesa
y lo saludó con cordialidad. Y al otro le dijo como se llamaba y al tercer día
lo convidó a sentarse con ella y al cuarto él se armó de valor y la invitó. Al
quinto ella no lo invito, pero a cambio, le pidió que le escribiera en una
servilleta su número de teléfono y le dijo que lo llamaría más tarde, porque
quería una cita con él.
No lo llamó y no volvió a coincidir
con ella en la cafetería. Por eso cuando le llegó un mensaje a la semana
siguiente, sintió que aquel era el mejor día de su vida, que su suerte estaba
cambiando por fin y que el amor existía.
Había estado fuera por trabajo y le pedía
perdón.
Una hora antes de las siete de la
tarde, la hora acordada, introdujo la dirección en el gps de su móvil y se puso
en marcha. Atravesó el centro y la periferia, cruzó un puente que iba a dar al polígono
y se dio de bruces con un bar cerrado. Pensó que ella se habría equivocado y
como todavía quedaba un cuarto de hora, se sentó a esperarla en un banco.
A las siete no apareció, ni a las
siete y media, tampoco lo hizo a las ocho. A las ocho y cuarto cuando ya estaba
seguro de que no iba a venir, de que había sido usado y engañado, cuando las lágrimas
estaban a punto de correr por sus mejillas, divisó a una persona con casco sobre un patinete.
Se detuvo a su lado.
No era ella.
—Es un alivió que todavía estés
aquí. Lo siento, pero no he podido cerrar antes y no tenía tu teléfono para
poder avisarte.
Abrió la boca al reconocerla,
anonadado, sin poder decir palabra.
Ella se quitó el casco y dejó al
descubierto su cabello, negro y naranja, semejante al pelaje de un tigre.
—Me ha engañado y no vendrá. —Confesó
más para sí mismo que para la camarera.
—Pero yo sí estoy aquí —Dijo ella sentándose a su lado— Y quiero que sigas viniendo todos los días a mí cafetería, para poder charlar contigo de libros y del tiempo, para llevarte lo de siempre y ponerte no una sino dos almendras de chocolate, y, quién sabe, quizás ,algún día, poder llegar a ser algo más.
Y sí, tuvo que admitirlo, su
suerte estaba cambiando por fin y el amor… el amor todavía podía existir.
*Escrito originalmente el 24 de Febrero de 2022.
Pues... Es un ramance? Hay un penosios? Aaaagh Odio el romance y si es con un penosio como protagonista, todavía más. Y sí, aunque he leído lo que se supone que es un penosio, es difícil meterlo en un relato de amor. El amor y los penosios son como el agua y el aceite. No casan!! Y encima ha salido muy largo!! Jajajajajaja
**Relato correspondiente a Literup 52 retos-de-escritura-para-2022. Octava semana, Escribe un relato romántico con un penosio como protagonista.
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