Cuando entró en el pueblo un
puñado de niños se arracimó a su alrededor. Lo miraban con los ojos muy
abiertos, presas de la excitación, luciendo sus mejores sonrisas. Pensaban,
como hacía todo el mundo, que su vida era maravillosa, que era poco menos que un
dios y algo más que un héroe.
Estaban tan equivocados…
Ser un tocado por los elementos
no tenía nada de increíble y entretenido. Puede que hubiera sido algo magnifico
en los tiempos antiguos, pero desde luego, no lo era en los tiempos tranquilos.
No podían controlar las aguas,
como la gente imaginaba, ni volar por el cielo como si fueran pájaros. Tampoco
lanzar fuego por las manos y la boca ni provocar terremotos. Su poder sobre los
elementos se limitaba a hacer que no les quemaran las llamas de un incendio,
que las cosechas fueran siempre fértiles y abundantes, y que el agua de los
ríos corriera mansa, sin llegar a desbordarse, y estuviera siempre limpia en el
fondo de los pozos. Y si tenían suerte y los destinaban a una ciudad portuaria
con una flota pescante, que no era el caso de aquel pueblo, a las velas de los
barcos nunca les faltaría una buena ráfaga de aire.
En cuanto se corrió la voz de su
llegada, las mujeres y los hombres empezaron a asomarse a través de dinteles y
ventanas. Y las muchachas más jóvenes se atusaron los cabellos, primorosas,
soñando con compartir su lecho, imaginándose convertidas en la esposa de un
elemental.
Resopló. Ahora le tenían ganas,
pero en tan solo dos días estarían tan acostumbrados a él, que su presencia
sería la misma que la del viejo roble de la plaza, que siempre había estado
allí para darles sombra y cobijo en los días de calor: Sólida y constante,
pero fácilmente olvidable.
Siguió caminando por las calles,
buscando al jefe del consejo y se detuvo bruscamente tan pronto como reparó en
la mujer que había más al fondo, con los brazos cruzados sobre el pecho, la
vara de mando apoyada bajo ellos, el ceño fruncido y los labios muy prietos. Sus
ojos eran dos guadañas de acero.
Sintió un hormigueo en la parte
posterior del cráneo y se le erizó todo el vello del cuerpo. Una reacción
automática que les sucedía únicamente cuando se topaban con una bruja. Irguió
la cabeza, desafiante, y dejó que una sonrisa de suficiencia le llenara la
boca.
Por lo visto era él quien estaba
equivocado. Y los tiempos no eran tan tranquilos como aparentaban… quizá, muy
pronto, pudiera también lanzar bolas de fuego por las manos.
*Escrito originalmente el 15 de Enero de 2022.
Pues... No se me ocurría nada. Al final me decanté por el típico elemental, pero intente dotarlo de cierto aire decadente... y bueno, me gusta escribir cosas cortas para el blog, pero este relato me dejó con ganas de más. Quizá en un futuro me de por ampliar la historia. Tampoco encontré una foto acorde que me gustara T.T
**Relato correspondiente a Literup 52 retos-de-escritura-para-2022. Segunda semana, Haz una historia en la que los cuatro elementos (Fuego, aire, agua y tierra) tengan gran importancia para la trama.
Qué bonita valentía tienes para escribir, sin pensar en el resultado, solo en el proceso divertido de crear.
ResponderEliminarAyyy gracias!! La verdad es que para mí esto es como un juego, aunque reconozco que algunas veces me frustro un poco XD
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ResponderEliminarSalió triple y no se borrar T.T
ResponderEliminarJajajajajajaja