#52RetosLiterup - Semana 52: Cuidado con el gato

 


 Era un pueblo pequeño, de esos de la España vaciada en la que ya solo quedaban un puñado de vecinos y cuatro casas. Casas grandes eso así, de las que casi parecían caseríos, con sus gallineros, pajares, gorrineras, establos y leñeras.

 Era un chollo, pensó. Entraría de noche, mientras estuvieran durmiendo, y se llevaría los aparejos para vender el metal. O mejor, pensó, entraría a media mañana, mientras trabajaban en los campos y dejaban las casas a solas. Seguro que guardaban el dinero debajo del colchón.

 Estuvo unos días vigilándolos, vestido como si fuera un guarda forestal, porque allí, en esos sitios, los desconocidos llamaban demasiado la atención. El disfraz y las gafas fueron de lo más convincentes y en muy poco tiempo ya se conocía todas sus rutinas.  Cuando entraban, cuando salían, cuando se iban al huerto o subían al pozo para regar.

 Cuando llegó el día indicado, el día de entrar en acción, se paseó por las calles de cemento vasto y se fijó en que, en todas las puertas traseras, las que daban a los corrales, se podía leer la misma pintada. Cuidado con el gato, rezaban.

 Le entró la risa. Había visto carteles con cuidado con el perro, pero, ¿cuidado con el gato? Ni que fueran tigres...

 Eligió una al azar, saltó el muro y cayó al otro lado. A su paso, un puñado de gallinas que correteaban juntas, salieron espantadas lanzado estridentes cacareos. No les hizo caso, cruzó el corral y llegó a la casa. Abrió la puerta trasera que, como ya imaginaba, no estaba cerrada con llave y entró dentro.

 Era la típica casa de pueblo. Con estancias grandes, suelo y paredes de azulejos, muebles viejos y oscuros pintados con barniz y un montón de tapetes y cojines adornados con un millar de puntillas. Empezó a registrar habitaciones. La cocina, el baño, el comedor… y al final se topó con una puerta cerrada, la que, según él, debía dar a la habitación principal.

 Se abrió lentamente, con un chirrido. Ni se le pasó por la cabeza que aquello fuera un signo de mal agüero, pues su atención ya estaba puesta en el armario, en las mesitas y en la cama. Una cama grande, en cuyo centro había un gato dormido, enroscado sobre sí mismo.

 Se le escapó una risa, se acercó al animal y le dio dos palmadas amistosas sobre el lomo.

 Craso error. El animal dio un respingo y abrió los ojos.

 Ni siquiera tuvo tiempo de gritar, para cuando quiso darse cuenta de que algo pasaba con el gato, este ya lo estaba fulminando con sus rayos láseres. Unos láseres ambarinos, del mismo color que aquellos ojos que estaban muy bien cerrados y no deberían haberse abierto ante aquel que no era su dueño.

 Se lo habían avisado. Cuidado con el gato. Pero él no había hecho caso.


 *Escrito originalmente el 26 de Diciembre de 2021. 

Pues... a este le tenía muchas ganas. Sabía lo que quería escribir desde la primera vez que lo leí, y sin embargo, me he puesto a escribirlo en un momento de medio bloqueo y no, no ha salido tan bien como esperaba, pero es lo que hay.

**Relato correspondiente a Literup 52 retos-de-escritura-para-2021. Quincuagésima segunda semana, Escribe una historia en la que la gente tiene como mascotas gatos que disparan láseres por los ojos.

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