Colosis era hija de la madre tierra y única en
su especie, gigante con respecto a los hombres y los cíclopes. No podía nadar
en las aguas como las sirenas y las náyades. Y causaba estragos en los bosques
de los centauros y las ninfas.
—¡Márchate Colosis! —gritaban todos— ¡Lárgate
de aquí!
Las eras pasaban, el clima cambiaba y ella
estaba sola. Caminaba sin cesar, un pie detrás de otro, repudiada por el resto
de moradores de la tierra. Hasta que un día, embelesado por su belleza y apenado
por la soledad que acompañaba a la giganta, Keamu, la montaña, hijo del padre
Océano, se fijó en ella.
—¡Hermosa Cólosis! —la llamó desde las aguas— ¡Acércate!
Más Cólosis no pudo acercarse a Keamu la
montaña, pues no sabía ni podía nadar. Entristecida, se sentó sobre la arena de
la playa y él, que desde su enclave, rodeado por las aguas, no podía ver cómo
era la tierra, le pidió que le hablara de ella.
—¿Cómo es el mundo, Colosis? —le preguntó.
Y Colosis se lo describió y le habló de sus
viajes y de las guerras. Le contó lo estúpidos y efímeros que eran los hombres
y los cíclopes y los centauros y las ninfas y las náyades y las sirenas,
luchando constantemente por ver cuál de ellos era más fuerte.
Entonces Keamu, soltó una risa y toda la
tierra tembló.
—Yo soy el más fuerte —le dijo.
Después fue su turno y le habló de las
estrellas, pues como él era todavía más alto que ella, las tenía más cerca y se
sabía todos sus nombres.
Colosis lo escuchó atenta, con los ojos muy
abiertos, ajena al paso del tiempo y a la arena que se depositaba sobre ella,
limitando sus movimientos, petrificándola en el suelo.
—Ojalá pudiéramos estar juntos… —suspiró la
giganta cuando la montaña terminó de enumerar estrellas.
—Cuando uno ama no hay nada imposible —contestó
Keamu— ¿Me amas?
—Te amo —contestó ella.
Keamu rugió, y en sus ansias por estar más
cerca, se desgarró y comenzó a sangrar. La suya era una sangre caliente y
lenta, que se asentaba sobre las aguas, ganando terreno al mar. Parecía que era
imposible, que nunca iba a llegar, más llegó. Lo hizo cuando Colosis ya no
podía moverse, cuando ya no era gigante sino acantilado, y cuando él ya no era
montaña, sino volcán. Mas sus corazones seguían latiendo y el amor, a paso
lento, como bien saben las estrellas que brillan en el firmamento, consiguió
triunfar.
*Escrito originalmente el 17 de Diciembre de 2021.
No no no... y otra vez algo sobre el amor... que horrible y que pedante me ha quedado!!. Tenía una idea en la cabeza, pero bajo presión no trabajo bien. Y voy con retraso y tengo mucha presión XDDDD
**Relato correspondiente a Literup 52 retos-de-escritura-para-2021. Quincuagésima semana, Escribe una historia de amor entre una giganta y una montaña.
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