Por fin, ya estaba aquí, la época del año que
más le gustaba. ¡Humanidad!
Salió del colegio precipitadamente y llegó
corriendo a casa, disfrutando del aire frío del invierno que se le colaba entre
las ramas y le despeinaba todas las agujas. Saludó a su madre, se recolocó las
piñas, y esperó a su padre sentado, impaciente, sobre los peldaños de la
escalera. Cuando llegó, lo llevó a rastras hasta el centro comercial.
Lo primero era lo primero. Tenían que comprar
un humano.
El año pasado habían tenido uno blanco con el
pelo rubio. El anterior uno negro con el pelo muy rizado. Y ese año quería uno pequeño,
que tuviera los ojos rasgados. Eran la última moda. Por supuesto, eran todos de
plástico. Antiguamente los había habido de carne y hueso, pero habían terminado
por extinguirse. Mejor así. Era mucho más fácil decorarlos.
Recorrió los senderos con emoción, estudiando
todos los posibles candidatos con minucia: Los ancianos y los jóvenes, los
masculinos, los femeninos y los que no tenían un género aparente. Descubrió uno
que estaba inspirado en los oriundos de Japón, pero era demasiado caro y su
padre dijo que no tenían suficientes piñones ahorrados para pagarlo, así que
tuvo que conformarse con uno más barato, de los de tipo china, los que ese año
adornarían casi todos los salones de los árboles de navidad más sofisticados.
¡Ellos también eran sofisticados!
Ya en casa, lo sacó de su caja y lo plantó
junto a la ventana. Bajó los adornos del desván, y empezó a mirar cuales podían
ser de su talla. Encontró un fular que se le enredo entre las raíces, unas
gafas de concha que le devolvieron el reflejo de su corteza y un montón de collares
hechos con flores secas de algún pariente muy lejano.
Lo dejó listo en algo más de una hora. Y para
rematarlo, colocó el tradicional nido de pájaro sobre la cabeza del humano.
Perfecto, se felicitó a sí mismo. Su madre salió
de la cocina, se cruzó de ramas y negó con la cabeza, sacudiendo todas sus
piñas.
—Bonito, ¿verdad? —Le preguntó.
Su madre suspiró.
—Sí, pero a veces tengo la sensación de que
has olvidado lo más importante. La humanidad no consiste en decorar humanos de plástico,
la humanidad consiste en celebrar y recordar nuestros valores: La unión, la
paz, la solidaridad, la esperanza…
En algún momento dejo de escucharla. Al joven árbol
de navidad solo le importaba una cosa, que su humano hubiera quedado perfecto.
Y los regalos, por supuesto, los regalos.
*Escrito originalmente el 29 de Noviembre de 2021.
Solo voy a decir una cosa... Feliz Humanidad! XDDDDD
**Relato correspondiente a Literup 52 retos-de-escritura-para-2021. Cuadragésima octava semana, Escribe una historia en la que existan arboles de Navidad humanoides que decoran personas de plástico.
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