Llevo tiempo observándola. Es la típica mujer insignificante. Esa en la que nadie repara salvo que necesite algo de ella.
Yo he reparado en ella. Lo hice
desde el primer momento en el que la vi. Pequeña y fea. Débil y solitaria.
Frágil como el cristal. Lo sé porque siempre aparta la mirada y siempre está en
su mundo.
Hoy me he sentado en mi banco del
parque, y ella en el suyo. Siempre elige el mismo. Es una mujer de rutina y eso
lo hará todo más fácil.
Antes de sentarse ha mirado a
todos lados con el ceño fruncido, asustada, cavilando donde está el peligro. Y
no me ha visto.
Ahora ha terminado de comer.
Guarda el tupper, saca su libro, lanza otra mirada a su alrededor, nuevamente
sin verme, y se pone a leer. Me sorprende el título. Pertenece a una novela de
misterio bastante truculenta, explícita y con mucha sangre. Esperaba otra cosa,
una comedia tonta, o un estúpido libro de amor, pero eso no. No le pega.
Vuelvo a estudiar su rostro y su
expresión. Algo ha debido pasárseme por alto… Pelo corto y de un marrón
insulso, dos ojos pequeños de ratón dentro de unas horribles gafas de pasta,
una nariz que más bien parece el pico de un cuervo y unos labios más finos que
dos lombrices y que tienen pinta de no saber lo que son los besos.
Viste ropa holgada y sin género.
Una camisa que podría ser tanto de hombre como de mujer, unos vaqueros y unas
botas de montaña. Al principio está tensa, no deja de tocarse un pendiente en
forma de cruz que lleva en la oreja. Es creyente, ¡por supuesto!, y eso me repugna, y a la vez lo hace más divertido. Lo sé no solo por la cruz, sino
porque también lleva una pulsera en la muñeca con un símbolo religioso en forma
de paloma. Conforme se ha puesto a leer ha ido relajándose y soltando los
hombros, pero sigue alerta. Lanzando vistazos por encima de las páginas de vez
en cuando, casi como si estuviera esperando algo malo. Esperándome a mí.
Me relamo. Seguro que es una
marginada y, por ende, virgen, tiene toda la pinta. Y es perfecto. He pensado
más de una vez como voy a hacerlo, como voy a secuestrarla. Como le voy a hacer
un montón de cosas mucho más gráficas y horribles que las que hay descritas en
el libro que está leyendo. Y como antes de terminar con todo me suplicará por
su vida.
Y entonces se queda parada, muy
quieta. Levanta lentamente la cabeza, aparta la mirada de las páginas y la
centra en un punto en el suelo frente al banco. Delante de ella se ha parado una
mariposa ridículamente bonita. Sin previo aviso, levanta el pie y la aplasta.
Por un momento se me corta la respiración. Restriega el pie contra la tierra
del suelo, como si quisiera terminar con todo lo que queda del insignificante
insecto, como si quisiera borrar por completo su existencia. En sus labios
aparece una sonrisa de satisfacción y por un segundo, toda su debilidad y
timidez han desaparecido. Para mí ha sido como ver a una mantis religiosa
arrancándole la cabeza al macho tras el apareamiento. Y eso me excita.
Cambio de opinión. Si es capaz de
hacer eso… será mucho más divertido corromperla, hacerla mía, llevarla a mi
mundo, enseñarle el placer. Y si no funciona… siempre puedo volver al plan
original.
Me levanto de mi banco y me
acerco al suyo. Ella levanta la cabeza molesta porque voy a interrumpirla y
antes de decirle un “hola”, ya sé que va a mandarme a la mierda.
Sí. Es perfecta.
Pues... metí la pata y comencé a escribirlo en segunda personas, luego me día cuenta de que según la premisa tenía que ser en primera... y me ha tocado cambiarlo!! jajaja, pero que conste, me gusta más como queda en segunda, pero eso me lo guardo para mi propia intimidad Muajajajajajajajaja (risa malvada).
**Relato correspondiente a Literup 52 retos-de-escritura-para-2021. Trigésimo segunda semana, Inventa un cuento en primera persona sobre alguien que observa a otra persona. Intenta que sea lo más subjetivo posible.
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