Cuando miro por la ventana está lloviendo.
Parece como si se hubiera desatado el diluvio universal. Suelto una maldición.
En un día como este me quedaría en casa, pero tengo una entrevista de trabajo y
llevo meses esperando una. No puedo permitirme el lujo de no ir.
Cojo el paraguas y el abrigo, me
calzó las botas de agua y salgo a la calle. No he hecho más que poner un pie
fuera y suena el móvil. Es una videollamada, pero no reconozco el número y la
dejo pasar. Si fuera algo urgente volverían a llamar.
Y vuelven a hacerlo. Mi teléfono
vuelve a sonar. Le dedico dos segundos más que antes al número que aparece en
la pantalla y el caso es que me resulta vagamente familiar. Decido cogerlo, tal
vez sean los de la entrevista, que me llaman para hacerla desde casa o para
decirme que la anulan por culpa del temporal. Aunque no lo creo.
—¡Hola! —Grito a la pantalla
todavía en negro, refugiada bajo un balcón.
—¿Lainy Rodriguez?
—Sí, soy yo —digo vislumbrando
una sombra en la pantalla.
La conexión es pésima. La imagen
se pixela y entrecorta, y cuando parece que se queda fija, veo en ella a una
mujer en contraste. Toda ella es una sombra gris y lo que la rodea parece
brillar en blanco. A veces hay destellos de colores. Verdes y azules. También
rojos y amarillos.
—Los días de lluvia son días de
tranvía —me dice la desconocida.
Yo me río. La lleva clara si
piensa que me voy a subir en él. Está lloviendo y por eso ira petado.
Sinceramente, prefiero el autobús, también irá lleno, pero no tanto. Hay que
esperar media hora entre uno y otro, y eso hace que la gente se lo piense un
poco.
—Vale, gracias —Le digo
levantando la mano para colgar.
—El autobús es para los días de
sol. Coge el tranvía Lainy —insiste.
Pongo los ojos en blanco y
cuelgo. Qué tontería. Menuda loca, pienso. Pero el caso es que soy bastante
supersticiosa y la videollamada me ha dejado mal cuerpo. Y no, no tiene nada
que ver con el frío. Además, hay algo que me ronda por la cabeza, una idea que
está ahí, queriendo salir, pero que no termina de hacerlo.
Me lleno de valor, cojo aire
profundamente y cambio de rumbo. Decido ir a la parada del tranvía. Cuando
llega el convoy me subo a empujones en él y me apretujo contra el resto de
pasajeros, tan mojados y malhumorados como yo misma.
Y justo cuando el trasto arranca,
me explota la cabeza. Llega la idea. Me saco el móvil del bolsillo y busco
desesperada en el historial de videollamadas. Ahogo un gritito llevándome la
mano libre a la boca. Ahora lo entiendo. Por supuesto que me sonaba el número…
¡Es mi número!, pero… eso imposible. Uno no puede llamarse a sí mismo... ¿O sí?
Esa misma noche, cuando vuelvo a
casa después de la entrevista para un trabajo que no creo que vayan a darme,
enchufo la tele y lo veo en las noticias.
Un accidente de autobús. Mi
línea. Mi bus.
*Escrito originalmente el 18 de Julio de 2021.
Pues... Sí, lo sé, no me he pensado mucho el título. Después de una lluvia de ideas con mi amiga la crítica, decidimos que lo mejor era crear un relato con una llamada desde un mundo paralelo o futuro y desde un número propio. Una videollamada que fuera ventajosa. No sé si he llegado a plasmar del todo lo que pensamos en la lluvía, pero el trabajo está hecho XD
**Relato correspondiente a Literup 52 retos-de-escritura-para-2021. Vigésimo novena semana, Crea un relato en el que alguien recibe una videollamada sospechosa.
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