#52RetosLiterup - Semana 17: La princesa y el dragón

 

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 Hacía tiempo que venían pasando cosas extrañas y la princesa estaba cansada. Nunca salía su nombre, siempre era el de algún otro, normalmente pobre.

 Un día decidió que ya estaba bien, que ella iba a dar muerte al dragón. Cogió la espada más afilada de la armería y dejando atrás el castillo y el lago, fue hasta su gruta.

 —¡Dragón! —chilló alzando la espada—. ¡Sal ahora mismo, da la cara si te atreves!

 El dragón no salió, pero una voz sibilante surgió de las entrañas de la gruta.

 —Más ovejas no, por favor, ya no sé qué hacer con ellas… huelen tan mal…

 La princesa enfureció.

 —¡Qué salgas ahora mismo, he dicho!

 —¿Para qué?—contestó el dragón.

 —Para matarte.

 —Sí mujer, más quisieras… que manía me tenéis todos —se quejó—. Ni que yo os hubiera hecho algo.

 —¡Por su puesto que nos habéis hecho! Os habéis comido nuestras ovejas, incendiado nuestros campos y por si no tuvierais bastante, ahora pedís nuestra carne.

 El dragón bufó.

 —¡Eso es mentira! Yo solo como peces que pesco en el lago. Es el rey quien me utiliza para tener a su pueblo sometido y atemorizado.

 La princesa no se mostró sorprendida. Su tío, regente hasta que ella alcanzara la mayoría de edad, era un hombre despiadado y calculador. Sospechaba que también había envenenado a su padre.

 —Está bien, te creo, sal y hablemos. Te doy mi palabra de no matarte.

 El dragón, desconfiado y precavido, asomó la cabeza enseñando una lengua larga y bífida. No hacía mucho bulto, era apenas mayor que un buey y parecía una lagartija gigante, alargada y rastrera, con dos ojos amarillos en los lados de la cabeza, unas alas raquíticas como de murciélago, una cola larga y dos pares de patas con cuatro garras.

 —Si lo que dices es cierto... ¿por qué no te marchas y nos dejas en paz?

 —Porque no puedo —confesó el dragón—. El rey robó mi joya de vida y sin ella no puedo irme y buscar un sitio más tranquilo, una gruta más grande junto a un lago más grande.

 Y mientras hablaba se señalaba con las garras un agujero que había en el centro de su pecho, entre un puñado de escamas grises como el lodo.

 —Ya sé a qué te refieres —dijo la princesa— debe ser el colgante que mi tío lleva siempre colgado del cuello y que tiene forma de rosa. ¿Es así como te controla?

 El dragón lanzó un siseo por toda afirmación.

 La princesa se cruzó de brazos y empezó a pensar. Al final llegó a la misma conclusión.

 —Hay que matarte

 El dragón chilló:

 —¡Mentirosa!, me habíais dado vuestra palabra…

 —Sí, lo sé, lo que quiero decir es que tenemos que hacer que el pueblo te crea muerto. Yo recuperaré la joya y tú podrás largarte.

 —¿Y cómo pensáis hacerlo?

 La princesa sonrío.

 —Contándoles una historia, una representación. Está noche le robaré la joya a mi tío mientras duerme. Será fácil, pues bebe demasiado por las noches y tiene un sueño tan pesado que no sería capaz de despertarse ni aunque le tocaran una trompeta en el oído. Mañana cogeré un caballo y una armadura y vendré a buscarte vestida como un caballero. Te devolveré la joya y haré como que te mato, tú te zambullirás en el lago y allí te quedarás.

 —Ya entiendo —dijo el dragón entusiasmado—. Y cuando todos estén distraídos celebrándolo, yo me escabulliré y seré libre.

 —Exactamente. Pero… necesitaré un nombre. ¿Cómo te llamas?—Pregunto la princesa.

 —Grrrrrorrrrje

 —Ya veo… Lo dejaremos en Jorge, será mucho más sencillo.

 Y con el plan decidido se despidieron. Esa misma noche la princesa robó la joya y a la mañana siguiente, al grito de: “Soy el caballero Jorge”; mató al dragón.  Por la tarde, mientras los súbditos celebraban su libertad, fue a despedirse de su compañero.

 —¿Estarás bien? —le preguntó el dragón antes de alzar el vuelo, con la joya resplandeciendo en el centro de su pecho.

 La princesa se encogió de hombros.

 —El pueblo ya no tiene miedo porque ahora tiene un héroe.

 —¿Y qué pasará con tú tío?

 —Me encargaré de él —respondió convencida.

 El dragón la miró, preocupado. Juntó entonces las manos sobre su pecho, justo encima de su joya, e hizo florecer una rosa.

 —Toma —dijo tendiéndosela a la princesa—. Es mi forma de agradecerte todo lo que has hecho por mí. Con ella estarás protegida y nadie podrá hacerte daño.

 Ella la cogió y la olfateó. Después levantó la cabeza y siguió al dragón en su vuelo por el cielo hasta que lo perdió de vista.

 Mientras tanto, en el reino, un regente se lamentaba y un pueblo aclamaba a un tal caballero Jorge del que nada sabía.


*Escrito originalmente el 23 de Abril de 2021. 

Bueno... pues hay un dragón, una princesa, una rosa y un caballero Jorge. Además, quería que esta vez no hubiera un dragón malo ni una princesa que necesitara ser salvada. Para terminar con los tópicos y eso.

**Relato correspondiente a Literup 52 retos-de-escritura-para-2021. Décimo séptima semana, Escribe un retelling de la historia de San jordi. 

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