Con motivo de la celebración de
su vigésimo cuarto Carnaval, el club de campo de Menterota daba una fiesta de
disfraces en sus jardines. Ese año el premio principal para el disfraz más
original consistía en un crucero todo incluido a los países Nórdicos, y el de
consolación (para el resto de participantes), en un ticket de un 10 por ciento de
descuento en cualquier compra superior a 50 euros en los grandes almacenes
Calixto.
Los chistosos miembros de la peña
del aguardiente se habían disfrazado de vagina, consolador, pene y condón. Las mujeres del club de cocina de cafeteras,
tazas y pasteles. El grupo de las señoronas lucían extravagantes trajes de
colores y máscaras venecianas recubiertas de plumas, mientras que sus maridos
iban de médicos de la peste con grandes capas negras y máscaras blancas de
pico.
Ariane Ligula, la joven encargada
de la biblioteca, se había disfrazado de Anna Metirot, la ilustre fundadora de
Menterota, una dama inteligente y sencilla de cabellos dorados perteneciente al
siglo XVII. Y Valgur, que era un joven alto y poco atractivo, de nariz ganchuda
y sienes despejadas, había optado por una levita borgoña y una chistera del
mismo color.
Al principio de la velada la
señorita Ligula había tenido que aguantar todo tipo de preguntas acerca de su
personaje. Nadie sabía de quien iba disfrazada. Ninguno de los presentes
parecía conocer a su ilustre fundadora.
Abatida por tanta ignorancia y
arrepentida de su elección, Ariane se sentó en un banco y no pudo retener las
lágrimas.
—¿Puedo sentarme a su
lado? —preguntó una voz.
Ariane asintió con la cabeza, sin
mirar.
—Me encanta su disfraz de
Anna. —Contestó su acompañante tomando asiento.
Se giró sorprendida.
—¿Sabe quién fue Anna Metirot?
—Por supuesto —contestó el joven del frac borgoña quitándose la Chistera—. Y ella lo hubiera aprobado. Vaya donde vaya uno, siempre tiene que hacerlo de manera elegante, acorde y formal. Nunca se sabe lo que puede pasar… ¿No se ha dado cuenta?
—¿Darme cuenta de qué? —preguntó
desconcertada.
—¿No lo escucha?
Ariane prestó atención. Ahora que
el joven lo decía… por encima de la música se escuchaban gritos, ruidos
mecánicos y… sollozos.
—¿Qué está pasando?
—Nada grave para usted y para
mí, que hemos sabido escoger de forma sabia y original —dijo el joven restando importancia al asunto—. Todos se han convertido en su disfraz, incluso usted.
Ariane frunció el ceño pensando
que el hombre estaba loco, pero entonces se tiró de la peluca rubia… y se tiró
del pelo, ¡Su propio pelo!.
—¡No es posible, no puede
ser! —chilló.
—Si no me cree, dese una vuelta
por el jardín y compruébelo usted misma.
Y así lo hizo, se puso de pie y
fue a ver.
Las personas disfrazadas de consolador
perseguían a las vaginas, los condones a los penes, las cafeteras llenaban de
café las tazas, y los pasteles corrían despavoridos evitando el líquido
caliente. Por su parte, las señoronas y sus maridos se llevaban las manos a la
cabeza, intentando quitarse unas máscaras que se habían convertido en sus
caras.
—Lo suyo al menos no es tan
grave. —Dijo Valgur cuando Ariane volvió a su lado, haciendo referencia a los
médicos de la peste.
—Pero… no puede ser… —balbuceó.
—Pues sí —contestó él con una
sonrisa radiante.
Y entonces a Ariane se le ocurrió
por fin.
—¿De quién se supone que va
usted?
El joven sonrió con un brillo
malicioso en los ojos.
—Pensé que nunca me lo preguntaría... Yo voy de Valgur el grande, el último mago de Menterota. ¿Verdad
que ya no llora por su elección y el suyo le parece sino el más original, el mejor disfraz?
Ariane no respondió, pero la
sonrisa que acudió a sus labios lo hizo por ella.
*Escrito originalmente el 15 de Febrero de 2021.
Este relato está dedicado a todos esas fiestas de disfraces de verano y a todos aquellos que alguna vez se disfrazaron de algo/alguien que los demás no conocían. Y sí, también a todos aquellos disfraces que dan vergüenza ajena jajajajajaja
**Relato correspondiente a Literup 52 retos-de-escritura-para-2021. Octava semana, Tus protagonistas estaban en una fiesta de Carnaval y de pronto se han convertido en sus disfraces. ¡A ver esa originalidad!
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