#52RetosLiterup - Semana 1: No estamos solos.

 

Photo by Jeremy Thomas on Unsplash

 Nuestras metas han sido siempre muy altas, arduas y demasiado lejanas. Tal vez porque nos pasamos la vida mirando hacia arriba, soñamos con tocar el cielo, con caminar entre las estrellas. Y cómo somos sociables por naturaleza, soñamos también que no estamos solos en el universo.

 La primera vez que me puse el traje estaba muy nervioso. La segunda vez lo estaba un poco menos. Solo cuando el motor de la nave rugía y me aplastaba contra el asiento, me daba cuenta de que estaba cumpliendo un deseo.

  “Adiós” decía a la atmósfera con todo su calor, y “Hola” daba la bienvenida a la vastedad desconocida del universo.

 Luz y oscuridad. Estrellas aquí y allá. Restos de intentos fallidos, basura flotante por todas partes. Y abajo, por fin, el mundo. Una esfera perfecta, gigante. Casa y hogar. El lugar al que regresar más tarde, luego, después de bailar en el cielo.

 La tercera vez el viaje fue mucho más largo, la aventura solitaria de un capitán intrépido. Cruce una parte desconocida del universo. Descubrí y nombré planetas nuevos. Y al regresar me recibieron como a un héroe, entre vítores y gritos, con todos los honores.

 Y así, entre viaje y viaje, fue pasando el tiempo, pero seguíamos estando solos en el universo.

 La última vez yo ya era muy viejo. Había viajado tanto, que la nave ya era como una parte más de mi propio cuerpo. Marchaba para no volver, para dejar a todos atrás, para poner punto y final.

 Supongo que me perdí, porque no era capaz de saber dónde estaba. Mi nave se estropeó y tuve que salir al exterior para ver que le pasaba. No era nada serio y mientras trataba de repararla, descubrí una nave mucho más pequeña y destartalada que se dirigía hacia mí. Guardé el aliento y contuve la respiración. La nave se detuvo a mi lado y la escotilla se abrió. De ella surgió la criatura más fea que jamás he visto. Vestía un traje blanco, gordo e hinchado, y llevaba la cabeza metida dentro de una bola de cristal. Tenía dos brazos y dos piernas, dos ojos pequeños redondos e iguales, una nariz puntiaguda y la boca rodeada por unos labios gruesos, grandes y gordos como gusanos. Pero lo peor era el pelo… estaba por todos lados, le cubría la cara y toda la parte posterior del cráneo…

 Ese día, en mi último viaje, descubrí lo que ya sabía, que no estamos solos.

 Su estrella se llamaba sol, su planeta, tierra. Y él, humano.


*Escrito originalmente el 4 de Enero de 2021. 

Dicen que el primero siempre es el más difícil... Pero me ha costado menos de lo que esperaba porque ya tenía la idea en la cabeza. Lo que me chirría es la ejecución, no me parece lo bastante pulida. En fin, poco a poco!


**Relato correspondiente a Literup 52 retos-de-escritura-para-2021. Primera semana, Inventa un cuento que suceda en las estrellas.


Comentarios